Hay un terreno desconocido en mi mente, un espacio donde el TDAH se convierte en arena movediza. Una parte árida, casi invisible, que me cuesta reconocer. Es un silencio seco, un lugar donde los proyectos se desvanecen antes de tomar forma. Aquí, cada intento de avanzar se diluye, como si el tiempo y el esfuerzo no encontraran suelo firme.
En ese paisaje de límites difusos, me descubro buscando estrategias para navegar la confusión y la desmotivación inherentes. La creatividad se convierte en mi brújula, el único mapa que me permite trazar caminos entre la dispersión. Pero incluso en esta búsqueda, hay momentos donde todo se escapa, como arena y grava entre los dedos.
No es la falta de capacidad, es la lucha constante contra un viento invisible que desvía mis pasos. Ese viento que, aunque no siempre se ve, sigue soplando, recordándome que parte de mí siempre estará en esa aridez, aprendiendo a convivir con ella.
El proyecto busca representar visualmente la complejidad del TDAH, especialmente la dificultad para establecer límites y la constante lucha por mantener el enfoque. Las imágenes de la cantera simbolizan esa sensación de desolación y dispersión, mientras que la creatividad se presenta como una herramienta para navegar estos desafíos. A través de este proyecto, se explora la dualidad entre fragilidad y fortaleza, y se invita a reflexionar sobre el proceso de aceptación y autodescubrimiento.